lunes, 4 de noviembre de 2013

Erasmus 0 - Gobierno 0



Publica el diario El País un artículo sobre la supresión de las ayudas a miles de estudiantes Erasmus a mitad de curso, y como ejemplo de lo cara que está la vida en Dinamarca un universitario español se queja de que la cerveza allí cueste 20 euros. Vale ¿Y los libros de texto? porque no me extrañaría nada que el material escolar fuese más barato en los países nórdicos que en España. Aquí, ya se sabe, es más barato emborracharse que estudiar. Realmente aleccionador que un estudiante de Erasmus mida el coste de la vida en otro país por el precio de las cervezas. Habla el artículo del prestigio y el éxito del programa Erasmus. Exitoso sin duda lo es, a juzgar por las decenas de miles de estudiantes que se emborrachan en un país diferente al suyo. Lo de prestigioso me voy a permitir ponerlo en duda. Yo vivo en Granada, cuya Universidad es la que mayor número de Erasmus acoge en España, y puedo asegurar que el nivel de la mayoría de ellos solo alcanza para pronunciar medianamente bien las palabras fiesta, tapas y botellón. Solo les falta aprender a decir “un poquito de por favor” y ya podrían pasar totalmente desapercibidos entre nosotros como nativos. Sí, realmente muy prestigioso.

Claro que tal vez no sea del todo acertado ponerme a criticar el programa Erasmus justo cuando el ministerio que dirige el infando Wert planea dejar tirados a miles de estudiantes. Temo que podría dar lugar a algún malentendido y por eso quiero dejar mi punto de vista claro. Quitar las ayudas en mitad del curso me parece una auténtica canallada. Las familias contaban con ese dinero cuando decidieron enviar a sus hijos a estudiar al extranjero. De haber sabido que se las iban a quitar tal vez su decisión habría sido otra. El gobierno tiene la obligación moral, y yo diría que hasta legal (suponiendo que las palabras legalidad y moralidad aún signifiquen algo en este país) de cumplir con aquello a lo que se comprometió. Si quieren quitar o reducir las ayudas que lo hagan a partir del curso que viene, no en mitad de este.

Dicho esto, opino que el programa Erasmus es sobre el papel un gran proyecto que tiene como finalidad formar y preparar a los jóvenes para un mundo global y multicultural. En la práctica, lamentablemente, se ha convertido en una suerte de agencia de viajes que, con cargo a los presupuestos generales del estado y a las maltrechas economías familiares, financia vacaciones en el extranjero para chavales que, en la mayoría de los casos y por supuesto con honrosas excepciones, solo están preocupados por el precio de la cerveza en el país de destino. En las llamadas “Ciudades Erasmus” sabemos bien que hay más estudiantes extranjeros en las discotecas, bares y macrofiestas del centro que en las aulas y bibliotecas de la facultad.

Resumiendo: Erasmus 0 – Gobierno 0 (Todos supensos)

domingo, 4 de agosto de 2013

FMI: 10% de humanidad y 90% de desvergüenza



¿Qué es y a quien representa el Fondo Monetario Internacional? A juzgar por sus mágicas fórmulas para salir de la crisis, el FMI es el bufete de abogados de la patronal. Sus esbirros. Sus adalides. Su más reciente ocurrencia es que en España los sueldos deben reducirse un 10% para que se pueda crear empleo. Y yo me pregunto ¿Por qué no les piden a los verdaderos culpables de esta tragedia que reduzcan en un 10% sus beneficios?

Hace tan solo tres días se podía leer en El País que el BBVA había duplicado sus ganancias en 2013. Y un día antes, que el Santander había obtenido en el primer semestre de este año más que en todo 2012, noticia esta que coincidía con otra, más sangrante aún, según la cual el estado español daba por perdidas la mayoría de las ayudas a la banca.

El estado español, por si alguno todavía no ha caído en la cuenta de ello, no son el Rey, ni Rajoy, ni la señora Cospedal, ni el PP, ni los ministros, ni el parlamento. Somos todos nosotros, los ciudadanos, ustedes que leen esto y yo. Con nuestro dinero, pero sin nuestro consentimiento, se han reflotado empresas privadas que ahora obtienen pingües beneficios de los que ni ustedes ni yo percibiremos un céntimo. Y ahora, para que se dignen a crear puestos de trabajo, el FMI aconseja que se rebajen los salarios de los trabajadores, mientras sus ejecutivos siguen cobrando millones de euros anuales, el IBEX festeja que las firmas cotizadas ganaron un 59,3% más en el primer trimestre de este año y los especuladores como siempre continúan llenándose los bolsillos.

El Fondo Monetario Internacional no cree que los responsables de esta agonía deban reducir un poco, siquiera un poquito, sus indecentes beneficios ¡No! Lo que la señora Lagarde opina es que nosotros, españolitos, vagos, insolidarios, tramposos, festeros, borrachos y despilfarradores a más no poder, ganamos mucho, demasiado, y no dejamos margen suficiente a nuestros empleadores para que puedan seguir forrándose como hasta ahora han venido haciendo.

Sinceramente, qué difícil resulta ser correcto y escribir con educación ante una noticia así. Uno tiene que hacer un esfuerzo de contención enorme y morderse la lengua hasta sangrar para no cagarse en la puta madre que los parió. 

¡Perdón! No he podido evitarlo. Haré lo posible para que no vuelva a ocurrir.

jueves, 1 de agosto de 2013

Todos menos él



Acusa el presidente del gobierno al líder de la oposición de vivir más pendiente del extesorero del PP que él mismo. Me pregunto si, al hacer tal afirmación, al señor Rajoy no se le ha pasado por la cabeza que ese, precisamente ese, es el gran problema. No el problema del PSOE, ni de Rubalcaba, sino el problema de España y de nosotros, sus ciudadanos. Parece que en este país todos, excepto él, vivamos sobresaltados, preocupados y pendientes de Bárcenas.

Rajoy, como siempre, se remite a lo que digan los tribunales y una vez más corrobora que el concepto de responsabilidad política es totalmente inexistente en España. Un dirigente del PP afirmó en cierta ocasión, parafraseando a Plutarco, que los políticos no sólo deben ser honestos, sino parecerlo. A los españoles nuestros dirigentes no solamente han dejado de parecernos honestos, es que nos han dado motivos más que suficientes para que sospechemos que no lo son y que, lo que es aún peor, nos toman por imbéciles cuando salen a la palestra para hablar de despidos simulados, de indemnizaciones diferidas y de tramas organizadas contra el PP.

Dicen primero que no, luego que no sé, luego que sí y finalmente que ya se verá y que lo que diga el juez. Y mientras tanto de su sillón que nadie les mueva. Pero los jueces no están para poner o quitar gobiernos, están para meter en la cárcel a los delincuentes. En democracia, los gobiernos los ponemos y los quitamos los ciudadanos. Es verdad que fueron votados hace 20 meses. Pero del mismo modo que el señor Rajoy ha admitido hoy ante el Congreso que se equivocó al confiar en Bárcenas, la inmensa mayoría de los españoles estamos más que convencidos ahora de que nos equivocamos al darle nuestra confianza y la mayoría absoluta a un partido que ha demostrado parecer todo menos limpio. Y, sinceramente, estamos agotados, y no queremos tener que esperar a que un juez nos diga si tenemos o no tenemos razón, porque deseamos y nos merecemos un gobierno que parezca honrado, además de serlo.    

domingo, 28 de julio de 2013

24 de Julio



Me es imposible contar las noches de 24 de Julio que he pasado en Santiago. Algunas de las veladas más hermosas y sublimes de mi vida las he vivido ese día y en esa ciudad. 18 años viví en Galicia y creo que nunca falté a la cita. La víspera del apóstol era la más deseada y mágica del año. La energía y la fogosidad de mi adolescencia y de mi juventud se iluminaban cada año bajo un cielo de fuegos artificiales y se acrecentaban aún más al calor de innumerables tazas de ribeiro. Los recuerdos se agolparon hace cuatro días en mi cabeza con el impacto de la noticia. Fueron tantas las veces que pasé sobre esa curva fatal, llevando conmigo mis amores, mis sueños, mis fantasías, mis borracheras y mis ilusiones. No hay día mejor ni día peor para un accidente de esta magnitud, pero el destino ha querido que haya sido una noche como no hay otra igual en el calendario, ni para los compostelanos, ni para muchos gallegos. Santiago cambió sus bombillas de colores por las luces de las ambulancias, coches de policía y bomberos. La música de las gaitas, bandas y orquestas por el estrépito de las sirenas. El baile en las calles y en la alameda por un desfile macabro de heridos y muertos. No he podido escribir nada antes y aun ahora se me hace un nudo en la garganta. Una parte de mi corazón ha vivido siempre en Santiago. Nunca se fue de allí. Y nunca se irá.

Marca España (La Chapuza Nacional)

Un tren se dispara a 190 kilómetros por hora en una vía por la que como máximo puede circular a 80 y no existe un sistema de seguridad que lo detenga, pero el desastre, sin mediar investigación, ya tiene chivo expiatorio: el maquinista ¡Faltaría más!

Y yo me pregunto ¿Qué habría pasado si el maquinista hubiera sufrido un infarto? En primer lugar, una línea de alta velocidad no puede verse interrumpida bruscamente por una curva imposible que forma parte del trazado antiguo tradicional. En segundo lugar, la seguridad de un tren de alta velocidad no puede quedar bajo la exclusiva responsabilidad de una persona. Lo que hace a la alta velocidad tan fiable no son solamente sus vías, sus locomotoras y sus vagones, es, sobre todo, la tecnología punta en materia de seguridad que debe controlar en todo instante cada movimiento del tren y permitir forzar incluso el que un convoy se detenga si algo no va bien. Y esa tecnología no estaba presente en el tramo en el que ocurrió el accidente. No es que fallara, es que no existía. Y no existía porque ese tramo no es de alta velocidad.

Hablan del primer accidente de la alta velocidad española pero, dejémoslo claro, la línea Madrid-Ferrol no es ni alta velocidad ni es nada. Es solamente un remiendo de antiguos trazados tradicionales de ancho ibérico mezclados con modernos trazados de ancho europeo de alta velocidad, máquinas de su padre y vagones de su madre. Todo muy bien amalgamado para que salga más barato y pueda ser inaugurado justo a tiempo antes de las elecciones.

Ahora todos se lamentan y se echan a temblar pensando en las posibles consecuencias económicas y los suculentos proyectos internacionales cuya adjudicación podría verse comprometida como consecuencia de este accidente. Les ha faltado tiempo para dejar de llorar a los muertos y empezar a temer por su cartera y por la forma en que afectará a la tan manoseada marca España. Pero si hay algo que este accidente ha hecho es precisamente reforzar la idea que los ciudadanos tenemos de la dichosa marca, de nuestros políticos, nuestra administraciones y nuestras infraestructuras. Este fatal accidente no ha sido más que la constatación, la viva imagen y el doloroso resultado de lo que todos conocemos desde siempre como la “chapuza nacional”, la única y auténtica marca España de cuya existencia tenemos constancia plena porque la sufrimos cada día.

martes, 9 de julio de 2013

El oro del Perú



Mi amigo José es limeño. Una tarde tomando cervezas en Miraflores me dijo muy convencido “A ver cuando ustedes, los españoles, nos devuelven el oro que nos robaron”. A mí me dio un ataque incontrolable de risa y con gesto dulce lo tomé del brazo y lo acerqué hasta un espejo “Mírate bien” Le dije “Tus ojos son azules, tu pelo rubio, tu piel blanca como la leche y tu apellido es Schwartz”. Los españoles nunca robaron oro alguno a los descendientes de europeos que ahora gobiernan América Latina y no se empachan hablando de los derechos de sus pueblos. Los pueblos de América siguen por liberar. Quechuas, nahuas, aimaras, mayas, guaraníes, yanomamis y tantos otros, siguen sin recuperar la tierra que les fue arrebatada. Mi amigo Pepe aprendió en la escuela peruana que los españoles somos el diablo y los culpables de todos sus males. Nunca antes se había mirado al espejo ni se había planteado que el oro robado no era suyo ni de sus antepasados, era de otros, y si tuviera que ser devuelto no debería ser ni para él ni para ninguno como él. Bolívar era un aristócrata descendiente de españoles y gran amigo de Napoleón, a quien indisimuladamente pretendía parecerse. El libertador, como pomposamente lo llaman, nunca liberó a los pueblos de América. Él solamente libero a los suyos, a los blancos como él, para que nunca más tuvieran que pagar impuestos a la metrópoli. “América es nuestra” dijo, y obviamente al hacerlo no se refería precisamente a los indígenas. La historia la escriben siempre los vencedores. En los Andes, en los desiertos de América del Norte, en las selvas amazónicas, los perdedores siguen sin poder contar la suya.