miércoles, 30 de diciembre de 2009

El Ibex gana un 30% en 2009

Es lógico que suba la bolsa ¡Cómo no va a subir! Si las empresas que generaron la crisis recibieron ayudas del gobierno, despidieron empleados, cerraron sucursales, congelaron sueldos y bajaron pluses. Ahora termina el año y con semejante pringá se han preparado este sabroso cocido para fin de año. Ahí lo teneis, unos beneficios que ni en tiempos de bonanza y superavit, vamos, que la crisis les ha salido redonda. Ya deben estar pidiendo que venga otra. 76% sube el Santander, ni más ni menos, con más de cuatro millones de parados en España y los sinvergüenzas de la bolsa están locos de contentos descorchando champagne. Y todavía habrá quien se atreva a decir que la bolsa es el termómetro de la economía. Que se lo pregunten a los de las colas del INEM, a ver cuál es la temperatura de la suya.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Mensaje navideño del Rey

Puesto que TVE llega a todos los rincones y es, además, la única cadena pública nacional, creo que debería ser esta cadena, y no ninguna otra, la que emitiera el mensaje del Rey. Al emitirlo todas las cadenas simultáneamente se priva a los que no queremos verlo de poder ver otra cosa, y no nos dejan más opción que apagar el televisor, algo que muchos, aunque sólo sea por pereza, no vamos a hacer. El derecho a hacer zapping cuando el Rey suelta el tostón navideño debería estar al alcance de todos y no solamente de los que tienen canales de pago. Yo no soy republicano, ni tampoco monárquico, me da absolutamente igual quien sea el jefe del estado, pero me cansa y aburre el tono solemne y de funeral que el monarca imprime a sus mensajes navideños, contrastando con la alegría que en esos momentos se vive en la inmensa mayoría de hogares españoles. Más que celebrar el nacimiento de un niño parece que estamos velando a un muerto a escala nacional. En todo caso me molesta que me impongan lo que tengo que ver en un momento dado en televisión. Y en este sentido solamente puedo estar de acuerdo con el portavoz del PNV Iñigo Iturrate cuando afirma que en vez de añadir pluralidad a la parrilla televisiva, la emisión simultanea del mensaje Real la quita. Aunque esa defensa de la pluralidad me resulte bastante sospechosa viniendo de un nacionalista vasco. Por eso, y aunque tengamos la misma opinión, algo me dice que difieren, y mucho, nuestras motivaciones al exponerlas. Feliz Navidad a todos.

lunes, 14 de diciembre de 2009

El Loco Massimo Tartaglia

Dicen que el hombre que golpeó en Milán a Berlusconi es un perturbado mental. Los violentos, ya se sabe, son casi siempre personas mentalmente inestables, porque solamente los locos, los borrachos y los niños osan decir y hacer aquello a lo que los demás, sanos adultos en nuestros cabales, no nos atreveríamos jamás. Lo políticamente correcto no existe para ellos, y por eso cuando tienen delante a un sinvergüenza le lanzan el puñetazo que a todos nos hubiera gustado darle. Sinceramente, tengo mis dudas sobre quiénes son los verdaderos enfermos, si aquellos que muestran con el puño lo que piensan, o los que asentimos y aceptamos, pacientes como borregos, los insultos, las barbaridades, las corrupciones y las injusticias con que nuestros políticos nos desgarran el alma cada día. Nosotros, de tan cuerdos, estamos tristemente muertos en vida, mientras que este señor está vivo en toda su furiosa locura. Muy loco, sí, pero muy vivo.

martes, 1 de diciembre de 2009

Luís Eduardo Aute contra la Piratería

Tengo 50 años, y quiero decirte, Aute, que en los años setenta, cuando yo era solamente un adolescente, mis amigos y yo teníamos tus canciones grabadas en cintas de casete. No recuerdo quien era el que tenía el original, si es que alguno lo tenía. Solamente recuerdo que nos copiábamos los temas sin sentir jamás que hacíamos daño alguno con ello a su intérprete y compositor. La piratería musical era un concepto desconocido entonces, y en cualquier caso creo que todos compartíamos, no como ahora, la sensación de que al copiarnos las canciones estábamos demostrando nuestra devoción hacia el artista al que admirábamos. Tener tus cintas era una marca de identidad. Poníamos el casete en la playa y estábamos diciendo a todo el mundo la música que nos gustaba y cómo éramos. Aunque no creo que ni nosotros mismos supiésemos bien lo que éramos. Éramos progres, creo, un poco hippies y defensores del “Haz el amor y no la guerra”. Éramos buenos amigos, desde luego. Y nos gustabas mucho. Desde entonces hasta hoy he ido a infinidad de conciertos tuyos, y he pagado con gusto por verte actuar en directo. No tuve jamás, ni tengo ahora, la sensación de haberte privado de nada, ni de haberte robado nada. Más bien al contrario, siempre pensé que al reproducir tu música te hacía publicidad; al decirle a mis amigos lo bueno que eras conseguía otros seguidores para tu arte, y al final todos juntos en las taquillas del teatro o auditorio nos dejábamos un buen puñado de las antiguas pesetas que sabíamos iban a parar, para nuestra alegría, a tus bolsillos. Todos estos recuerdos me han asaltado de pronto al imaginarte hoy en Madrid, clamando soluciones contra la piratería, y afirmando junto a otros compañeros del sector que la música es cultura, aunque curiosamente no hayáis ido a entrevistaros con la ministra de ese departamento, sino con el ministro de industria y comercio, lo que habla por sí solo del concepto que vosotros mismos tenéis del arte que afirmáis defender. Dices que la música puede desaparecer en cinco años. La verdad es que la música, Aute, no desaparecerá jamás, porque efectivamente es cultura y forma parte de nuestra identidad como seres humanos. Lo que tal vez si pueda y deba desaparecer es el negocio, tal y como está montado. O al menos tendrá obligatoriamente que adaptarse. Todos los modelos lo hacen con el paso del tiempo y con los cambios de tendencias. Vosotros lo sabéis, por supuesto, y por eso habéis ido a ver al ministro Miguel Sebastián en vez de a la ministra González-Sinde; porque habéis ido a hablar de dinero y no de cultura; y me parece bien, estáis en todo vuestro derecho. Pero no nos engañéis y no dejéis de llamar a las cosas por su nombre. Mucha suerte entonces, Aute, con vuestro negocio, y muchas gracias por aquellos años maravillosos en los que escucharte era de verdad cultura y, al contrario que hoy, todo un placer.